Porque su rector, el señor Florencio Candelo Estacio, ha mostrado ante la comunidad universitaria la incapacidad de hilvanar un discurso inteligente, sesudo, con argumentos sólidos, coherente, que dure por lo menos siete minutos. Su tono de voz vacilante y su acostumbrada excusa de: “como ustedes saben, yo soy un hombre de pocas palabras y dado que tengo otras obligaciones que cumplir, les pido el favor que me excusen”; esto es un irrespeto para los estudiantes y los profesores que están acostumbrados a ejercitar la mente en el aula de clases, con la paciencia que requiere un espacio universitario.
No existe un proyecto regional, porque el señor Florencio
Candelo ha demostrado que en su cabeza no hay lugar para pensar en ideales
dignos como fortalecer el territorio-región del Pacífico; liderar iniciativas
de desarrollo propio, pertinente (o étnico) para la región; colocar la
Universidad del Pacífico al servicio de las necesidades y los problemas de la
población afro-indígena y mestiza de la región. Estas dignas ideas para el
señor Florencio son vagas ilusiones, elucubraciones sin ningún sustento real. Por
ello y escudándose en sus particulares obligaciones, que en el fondo son el
reflejo de su incapacidad de pensar y discutir en un espacio público, entrega
la Dirección Académica de la Universidad a una persona y su
equipo de trabajo (los directivos), que en su primera salida ante los
profesores en el mes de agosto (semana de inducción), demostraron no conocer
nada de la región y con un lenguaje propio del mundo fabril aplicado a la
educación universitaria de carácter público, pretendieron descrestarnos.
Grosero error, la educación pública ni en Latinoamérica, ni en Colombia, ni
mucho menos en al Pacífico, puede ser concebida bajo un enfoque empresarial en
donde la prioridad es la ganancia de dinero a corto, mediano y largo plazo; de
ahí que el presupuesto asignado a la educación sea valorado en términos de
ganancia y pérdida y no de deber estatal o de adecuada inversión social que
redunde en un mejor futuro generacional.
No puede existir un proyecto regional, en una universidad
que en sintonía con su enfoque empresarial incrementa las matrículas financieras
de sus estudiantes dejando a un número significativo de ellos sin la
posibilidad de formarse académicamente para servir a sus familias y a su
comunidad.
No puede existir un proyecto regional en una
universidad en donde el departamento que se supone con mayor postura política
crítica, Sociología, en cada una de sus reuniones deja en evidencia que su gran
preocupación pasa por el problema de escritura y lectura que poseen los estudiantes.
Se le olvida al programa de Sociología de que este problema es una consecuencia
de los siglos de exclusión y discriminación al que fueron sometidos indígenas y
afrodescendientes en los contextos coloniales, por lo tanto, solucionarlos requiere
mucha creatividad, pero sobre todo, paciencia. Sin embargo, el Programa parece
no contar con la paciencia adecuada y, en una lectura inapropiada del orden
jerárquico de las urgencias, de las prioridades del contexto, deposita toda su
capacidad reflexiva en recordarles a los y las estudiantes la historia de
exclusión de la que ha sido y siguen siendo víctimas. La prioridad de este
departamento debe ser pensar, reflexionar y actuar sobre problemáticas de mayor
contenido sociológico como, por ejemplo: la urgencia de las consecuencias de
los megaproyectos en la región del Pacífico. En lugar de pensar en estos
problemas, el Programa persigue y reduce a una condición de indignidad laboral a
los profesores Luis Ernesto Valencia y Rubén Darío Caicedo por pertenecer a unos
grupos de investigación que están adscritos a la Plataforma o Colectivo
“Observatorio de Conflictos Ambientales” cuyo objetivo era reflexionar sobre los problemas de la región.
Como puede existir un proyecto regional en una
universidad cuyo rector persigue y coloca también en condiciones de indignidad
laboral a un significativo número de profesores que, como bien lo señala Jaime
Arocha en un artículo de El Espectador, venían trabajando en la idea de incorporar
los saberes ancestrales al sistema universitario, colocar la universidad en
diálogo con los Consejos Comunitarios y los problemas de la región. En la
cabeza del señor Florencio Candelo no puede existir un proyecto regional de
esta envergadura; lo que existe es la incubación de un sentimiento tan nocivo
como la envidia hacia unos intelectuales con gran reconocimiento nacional e
internacional como Santiago Arboleda, Oscar Olarte y David López, quienes con facilidad
concebían unos discursos que ampliamente superaban los siete minutos; conciben
ideas, proyectos que no están en sintonía con la lógica clientelar partidista,
traicionera a la que está acostumbrado el señor Florencio Candelo.
No existe un proyecto regional en la Universidad del Pacífico
porque de manera autoritaria e inhumana, el rector se atreve a despedir sin
justificación alguna a un buen número de trabajadores que día y noche, mucho
antes que Florencio se apareciera, venían trabajando por el buen funcionamiento
de la Universidad del Pacífico y, como fruto de su buen trabajo, alimentaban a
sus familias. ¿Qué idea hilvanará ahora la cabeza de Florencio ante estas
familias que se quedaron sin sustento?
No existe un proyecto regional en la Universidad porque
Florencio y sus cómplices, no respetan las instancias democráticas dentro de la
universidad, las cuales fueron creadas en otrora, pese a la oposición del fallecido Omar
Guido Barona, como muestra de este irrespeto e ilegalidad, Florencio destituye
a Dubaney Angulo y a Jesús Ruíz (Malinke), representantes de los docentes y
estudiantes respectivamente ante el Consejo Superior.
No existe un proyecto regional serio en la Universidad
del Pacífico, porque su rector Florencio Candelo Estacio no ha solucionado los
problemas de corrupción administrativa y financiera que consultorías independientes
como la realizada por el abogado Eusebio Camacho ha hecho durante su periodo;
por el contrario, Florencio ha agudizado esta corrupción administrativa y financiera,
demostrando que posee un particular don: dañar,
malograr todo lo que toca.
Comunidad universitaria, si no existe un proyecto
regional que sustente la existencia de la Universidad, ¿entonces qué existe?
Queda claro que lo que existe es la traición, la corrupción, el autoritarismo,
el amiguismo, la incapacidad reflexiva y dialógica del señor Florencio Candelo
Estacio y sus cómplices. Con gente así no se dialoga sino que se procede bajo
la siguiente consigna:
¡Pa’
fuera Florencio y sus cómplices, la Universidad se rehace!
COLECTIVO
PRO DEFENSA DE LA UNIVERSIDAD DEL PACÍFICO
Buenaventura,
4 de septiembre de 2012
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